Por Denisse Hernández
No es de sorprender que a una muchacha post puberta le guste un hombre mayor… yo tenía un amor platónico así, y vaya que me volé la barda, él tenía 31 y yo 17, ¡uf!, alucinaba con esa imagen de hombre de negocios, bien vestido, con un trabajo impresionante, pero siempre relajado y viajando de vacaciones con sus amigos por medio mundo.
Mis sueños se vieron semi-realizados cuando comenzamos a salir recién cumpliditos mis 18, yo estaba toda deslumbrada con los restaurantes a donde salíamos a cenar y las reuniones a las que me invitaba con gente de su trabajo y su familia y aunque las cosas no llegaban ni a besos, yo ya me imaginaba casada con él, con mis ilusiones adaptadas a las suyas y vi vida supeditada a la de él.No es de sorprender que a una muchacha post puberta le guste un hombre mayor… yo tenía un amor platónico así, y vaya que me volé la barda, él tenía 31 y yo 17, ¡uf!, alucinaba con esa imagen de hombre de negocios, bien vestido, con un trabajo impresionante, pero siempre relajado y viajando de vacaciones con sus amigos por medio mundo.
Y es que, por supuesto, yo quise encajar con su entorno, en pocos meses logré verme unos 5 ó 6 años mayor, cambié mi peinado, mi forma de vestir, trataba de hablar como alguien más grande… ¡tristísimo! Pensaba en que tendría que organizarme con mis estudios porque, para que tuviéramos hijos, nos tendríamos que casar pronto, quizás a mis 20 años, así que terminaría la universidad, seguramente embarazada; él hablaba de la casa de sus sueños y yo la convertí en la de los míos también… ¡qué vergüenza, si lo sé!, seguramente el otro ni tenía idea de los castillos en mi cabeza.
Pero la vida da muchas vueltas y muchas lecciones; cuando esa ‘relación’ –o como sea que se llamara- se rompió, mis intentos de encontrar a mi media naranja se orientaban sólo a hombres mayores –por lo menos un lustro más que yo-, porque según mis nervios, eran más maduros, sabían lo que querían en la vida y bla, bla, bla.
La verdad es que me daba miedo tener que forjarme mi propio destino, era más fácil –en mi ingenua cabecita- adaptarme al de alguien más, que tener tomar mis decisiones o compartirlas por igual… en realidad creo que quería cederle a alguien más toda esa responsabilidad.
Pero al destino le gusta reírsenos en la cara y pasó lo que jamás me imaginé, terminé casada con el hombre más maravilloso… 2 años menor que yo. Hay más incertidumbre, pero también más sorpresa, más esfuerzo conjunto, afrontamos los problemas juntos y los resolvemos igual.
No digo que en todas las parejas suceda lo mismo, tal vez, era sólo una lección para mi.
Y tú, ¿qué opinas de las diferencias de edades?, ¿conviene estar en pareja con un hombre mayor?
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