Por Staff de Redacción
Cuando se habla de las bondades del café se dice que estimula la actividad cerebral, que es sabroso y que se convierte en aliciente para mantener una buena conversación, para mantenernos despiertos y para disfrutar de aromas y sabores inigualables.
Pero a todos esos beneficios pudiera añadirse uno más: su cultivo es un eficaz disuasor del cultivo de la amapola, la planta de cuya flor se extrae la goma que es materia prima para la droga conocida como heroína.
Al menos eso sucede en el estado de Guerrero, según publica el periódico norteamericano The Wall Street Journal en una edición reciente.
Firmada por un enviado al estado de Guerrero, el WSJ relata cómo muchos agricultores de las zonas serranas han dejado de plantar amapola para decidirse por el café.
Además de las campañas realizadas por el Ejército Mexicano para destruir los plantíos de amapola, han ayudado a convencer a los campesinos del buen precio que ha alcanzado el grano en los mercados internacionales, de la posibilidad de unirse entre varios productores para hacer ellos mismos la tarea de secar, tostar, moler y vender el café. Con ello, los beneficios son más cercanos a los que les produce sembrar amapola y les permite vivir más tranquilos y sin el riesgo de ser sorprendidos en una actividad ilícita, de verse envueltos en la violencia que acompaña al tráfico de drogas y de tener un cultivo menos riesgoso en sí, ya que la amapola es sumamente sensible a condiciones de falta de humedad y al maltrato de las plantas, en tanto que el café resulta más resistente tanto a la falta de humedad en alguna temporada como a los chubascos intensos que se dan en la región.
Hace 20 años el grano de café se cotizaba a 42 centavos de dólar la libra, en tanto que los futuros de compra del grano están ahora en torno a los tres dólares la libra.
Por otra parte, el combate que se hace de los plantíos de amapola ha conseguido la disminución de la superficie plantada. El WSJ se remite a reportes de crimen y narcóticos de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) en los que se habla de una disminución de las 19,500 hectáreas de amapola sembradas en México en el año 2009 a una superficie sembrada que se estima en 15 mil hectáreas en el 2010. Otra estimación habla de un total de 50 toneladas de heroína pura extraída de las flores de la amapola cultivada en esas superficies, mismas que fueron enviadas a territorio norteamericano para abastecer la demanda y el consumo de la droga.
Estiman que cada hectárea de cultivo de amapola puede producir 12 kilos de “goma”, una resina que se extrae del bulbo de la flor de amapola. A los productores se les paga alrededor de 1,500 dólares por kilo de “goma”. El ingreso equivaldría a 18 mil dólares por hectárea.
En cambio, una hectárea sembrada de café llega a producir en Guerrero cerca de 140 kilos de granos de café, que tienen un precio cercano a los 3 dólares por libra. Eso representaría un ingreso de alrededor de 582 dólares por hectárea. Y a pesar de esa diferencia, cada vez más agricultores de la sierra guerrerense se deciden por el café.
Nadie puede negar que el grano aromático tiene sus bondades.
Al menos eso sucede en el estado de Guerrero, según publica el periódico norteamericano The Wall Street Journal en una edición reciente.
Firmada por un enviado al estado de Guerrero, el WSJ relata cómo muchos agricultores de las zonas serranas han dejado de plantar amapola para decidirse por el café.
Además de las campañas realizadas por el Ejército Mexicano para destruir los plantíos de amapola, han ayudado a convencer a los campesinos del buen precio que ha alcanzado el grano en los mercados internacionales, de la posibilidad de unirse entre varios productores para hacer ellos mismos la tarea de secar, tostar, moler y vender el café. Con ello, los beneficios son más cercanos a los que les produce sembrar amapola y les permite vivir más tranquilos y sin el riesgo de ser sorprendidos en una actividad ilícita, de verse envueltos en la violencia que acompaña al tráfico de drogas y de tener un cultivo menos riesgoso en sí, ya que la amapola es sumamente sensible a condiciones de falta de humedad y al maltrato de las plantas, en tanto que el café resulta más resistente tanto a la falta de humedad en alguna temporada como a los chubascos intensos que se dan en la región.
Hace 20 años el grano de café se cotizaba a 42 centavos de dólar la libra, en tanto que los futuros de compra del grano están ahora en torno a los tres dólares la libra.
Por otra parte, el combate que se hace de los plantíos de amapola ha conseguido la disminución de la superficie plantada. El WSJ se remite a reportes de crimen y narcóticos de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) en los que se habla de una disminución de las 19,500 hectáreas de amapola sembradas en México en el año 2009 a una superficie sembrada que se estima en 15 mil hectáreas en el 2010. Otra estimación habla de un total de 50 toneladas de heroína pura extraída de las flores de la amapola cultivada en esas superficies, mismas que fueron enviadas a territorio norteamericano para abastecer la demanda y el consumo de la droga.
Estiman que cada hectárea de cultivo de amapola puede producir 12 kilos de “goma”, una resina que se extrae del bulbo de la flor de amapola. A los productores se les paga alrededor de 1,500 dólares por kilo de “goma”. El ingreso equivaldría a 18 mil dólares por hectárea.
En cambio, una hectárea sembrada de café llega a producir en Guerrero cerca de 140 kilos de granos de café, que tienen un precio cercano a los 3 dólares por libra. Eso representaría un ingreso de alrededor de 582 dólares por hectárea. Y a pesar de esa diferencia, cada vez más agricultores de la sierra guerrerense se deciden por el café.
Nadie puede negar que el grano aromático tiene sus bondades.
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